Comentario de la Semana: En esta tierra “ensantada” – 31 de agosto

Como todos los años el Perú Católico celebra con fervor la Fiesta de Santa Rosa de Lima. Es un gesto de admiración por el poder de Dios que actúa en sus criaturas. Es un gesto de fe que nos compromete a un amor incondicional por Cristo y al servicio generoso a los pobres.

Jesucristo nos lanzó la meta de todos los cristianos: “Sean santos como su Padre Celestial es Santo” (Mt 5,48). En ese sentido nos recordaba el Papa Benedicto XVI: “La perfección que queremos encontrar no es algo que se conquista para siempre; perfección es seguir en camino, es una continua disponibilidad para seguir adelante, pues nunca se alcanza la plena semejanza con Dios; siempre estamos en camino. (Cf. «Homilía in Canticum 12»).

La Santidad a la cual estamos llamados todos, como nos lo recordó el Concilio Vaticano II, es obra de Dios.  San Gregorio de Nisa, lo precisaba: «No es obra nuestra, y no es tampoco el éxito de una potencia humana el llegar a ser semejantes a la Divinidad, sino el resultado de la generosidad de Dios, que desde su origen ofreció a nuestra naturaleza la gracia de la semejanza con Él» («De virginitate 12»,2).

La búsqueda de la Santidad da sentido a la creación; así lo explicaba el Cardenal Medina: “Tomando como punto de referencia la santidad, se puede decir que ella es la finalidad de la creación, el motivo de la Encarnación, el fruto de la redención, la obra del Espíritu Santo, la razón de ser del hombre, su plenitud, su perfección y su consumación”.

Que el ejemplo de Santa Rosa de Lima nos de la fuerza para mantenernos firmes en la fe y la esperanza; asiduos en la oración y constantes en la caridad con el  más pobre.

P. Guillermo Inca Pereda

Secretario General Adjunto de la CEP