En estas circunstancias dolorosas de la Patria, herida en las venas de sus instituciones por el virus de la corrupción nuestro sentimiento de peruanidad tiene que salir vencedor. Ciertamente, los sentimientos de los peruanos se mezclan ante la necesidad de conocer la verdad, la vergüenza y el hastío frente a quienes han asumido la corrupción y la esperanza de lograr que esta dura página de la historia se convierta en una experiencia de purificación.
Conviene recordar las palabras del Papa Francisco que pueden iluminar y fortalecer nuestro pueblo frente ante esta grave situación: “Yo al pecado no le tengo miedo, le tengo miedo a la corrupción, que te va viciando el alma y el cuerpo. Un corrupto está tan seguro de sí mismo que no puede volver atrás. Son como esos pantanos chupadizos que querés volver atrás y te chupa. Es una ciénaga. Es la destrucción de la persona humana”.
La gravedad de la corrupción, que hoy la vemos corroer nuestras instituciones, ya lo había señalado el Papa, cuando decía: “La tesis que planteo es que el problema de la corrupción difícilmente tiene vuelta atrás. Distingo entre pecado y corrupción. El pecador es una persona que conoce límites, que tiene equivocaciones. Tiene conciencia de que se equivoca. En cambio el corrupto pierde esa brújula y vive en otro mundo, del que difícilmente se sale”.
Todos estamos unidos en el anhelo de arrancar la corrupción de raíz y colocar autoridades probas. Es el momento de elevar, junto a un justo rechazo, nuestra oración por un Perú honesto y sin corrupción.
R. P. Guillermo Inca Pereda
Secretario Adjunto