- La iniciativa de la Conferencia Episcopal Peruana, a través de la Comisión Episcopal de Familia y Vida, alienta a que tanto los padres como los hijos recen juntos, al menos 10 minutos, por las familias que son “la célula básica de la sociedad”.
Del 1 al 7 de setiembre de este año, se celebrará en todo el Perú la Semana Nacional de la Familia y la XXX Jornada por la Vida. Ambas son promovidas por la Comisión Episcopal de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Peruana que acoge la invitación del Papa Francisco: “Animar a las familias cristianas en su vocación para ser transmisoras de la alegría y de la fecundidad del amor de Dios en medio de la sociedad y del mundo”.
Durante estos siete días, la Iglesia Católica en nuestro país alienta a padres e hijos a reflexionar juntos, al menos por 10 minutos, sobre esta importante institución y su importante misión, todo ello con miras a celebrar este segundo domingo de setiembre el “Día de la Familia Peruana”.
A continuación, el texto completo del mensaje por la XXX Jornada por la Vida:
XXX Jornada por la Vida
“FAMILIA: REFLEJO DEL AMOR DIVINO”
01 de setiembre de 2019
La Iglesia ve en cada persona, la imagen viva de Dios mismo; imagen que encuentra su plena razón de ser en el misterio de Cristo. Cristo nos revela a Dios en su verdad; pero, a la vez, manifiesta también el hombre al hombre. El hombre ha recibido de Dios una incomparable e inalienable dignidad, pues ha sido creado a su imagen y semejanza y destinado a ser hijo. Todo ser humano, por su misma naturaleza, es imagen y semejanza de Dios.
Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 357).
«El hecho de que el ser humano, crea-do como hombre y mujer, sea imagen de Dios, no significa solamente que cada uno de ellos individualmente es imagen de Dios como ser racional y libre; significa además que el hombre y la mujer, creados como “unidad de dos” en su común humanidad, están llamados a vivir una comunión de amor y, de este modo, reflejar en el mundo la comunión de amor que se da en Dios” (Juan Pablo II, Mulieris dignitatem, n. 7.
El mismo Dios, que dijo: No es bueno que el hombre esté solo (Gn 2,18), y que desde el principio … hizo al hombre varón y mujer (Mt 19,4), queriendo comunicarle una participación especial en su propia obra creadora, bendijo al varón y a la mujer diciendo: Creced y multiplicaos (Gn 1,28). De aquí que el cultivo auténtico del amor conyugal y toda la estructura de la vida familiar que de él deriva, sin dejar de lado los demás fines del matrimonio, tienden a capacitar a los esposos para cooperar con fortaleza de espíritu con el amor del Creador y del Salvador, quien por medio de ellos aumenta y enriquece diariamente a su propia familia. (Conc. Vaticano II, Gaudium et spes, n. 50).
La dignidad de la persona humana —de toda persona humana— no depende de ninguna instancia humana, sino de su mismo ser, creado a imagen y semejanza de Dios. Nadie, por tanto, puede maltratar esa dignidad sin cometer una gravísima violación del orden querido por el Creador. Por lo mismo, una sociedad justa sólo puede realizarse en el respeto de la dignidad de la persona humana. Así nos lo recuerda Su Santidad, el Papa
Francisco: “ningún ser humano es incompatible con la vida, ni por su edad, ni por su salud, ni por la calidad de su existencia” (25 de mayo de 2019, Congreso “Yes to life” Vaticano).
Implorando la bendición de la Sagrada Familia, queremos invitar a cada peruano, en especial a quienes tienen responsabilidad en la toma de decisiones, a ver la realidad nacional con esperanza renovada, desde la “perspectiva de familia”, con “enfoque de familia”, descubriendo así las posibilidades de despliegue y desarrollo humano auténtico que la familia, reflejo del amor divino, guarda para beneficio de todos.