En la tercera semana de Adviento, es el testimonio de María el que nos invita a recordar y meditar acerca del papel que desempeñó preparándose para ser la Madre de Jesús. La Virgen María vive sirviendo y ayudando a quien lo necesite. El evangelio nos relata la visita que la Virgen realizó a su prima Isabel cuando se enteró de su dulce espera, por ello, nos invita a repetir como Isabel: “Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?
Sabemos de la profunda entrega y acompañamiento de María hacia sus hijos, y por eso esta semana es ideal para fomentar la devoción a la Virgen María. Podemos rezar el Rosario en familia, mientras encendemos la tercer vela, color rosa, de la Corona de Adviento, como signo de espera gozosa.
Oración inicial:
“Señor Jesús, no dejes que la alegría de tu presencia se borre de nuestro corazón, a pesar de los acontecimientos dolorosos que estamos viviendo en nuestra patria. Que la razón de nuestra alegría sea siempre el sentirnos amados por Ti. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén”.
Oración frente a la corona:
“En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: el Señor va a llegar. Preparad sus caminos, porque ya se acerca. Adronad vuestra alma como una novia se engalana el día de su boda. Ya llega el mensajero. Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz. Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!”
Meditación:
Meditar en silencio las palabras de Juan el Bautista y dialogamos en familia con esta pregunta ¿Qué actitudes y gestos son las que alegran nuestro corazón?
Peticiones:
A cada petición respondemos: ¡Señor, que no perdamos la alegría!
– Cuando el dolor nos golpea y nos cuesta levantarnos.
– Cuando sentimos que somos despreciados y maltratados.
– Cuando nos falta el trabajo y el pan de cada día.
Se pueden agregar otras peticiones/intenciones de la familia.
Oración final:
“Querida Madre de Dios, que viviste con alegría los nueve meses de tu Adviento llevando al Niño Dios en tu seno, ayúdanos con tu oración para que no se borre nunca de nuestro corazón la alegría que nos trae Jesús. Amén”.