“Cristo es el gran tesoro”
En las parábolas de este domingo: el tesoro escondido, la perla preciosa y la red que recoge todo tipo de peces, Jesús anuncia y describe el Reino de los Cielos, al cual estamos invitados todos, sin ninguna exclusión, porque Dios quiere que todos los hombres se salven.
En la parábola del tesoro escondido, Jesús nos enseña que el Reino de los Cielos se ofrece a todos: a aquellos como el hombre que encontró un tesoro en el campo sin buscarlo, y a aquellos, como el comprador de perlas que lo encontró después de una larga búsqueda. En ambos casos Dios espera una respuesta que debe estar marcada por la generosidad, la disponibilidad y la radicalidad, condiciones necesarias para obtener el Reino.
San Jerónimo decía: “Este tesoro “donde se encuentran escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia” es el Verbo de Dios que parece escondido en la carne de Cristo”[1]. Y, San Ireneo añadía que, este mundo es el campo donde está el tesoro: “escondido en las Escrituras, y que, humanamente hablando, no podrían ser comprendidas… antes de la venida del Señor”[2]
El Reino de los cielos exige una respuesta libre, no se impone por la fuerza, ni tampoco es automático, sino que exige una decisión responsable para aceptarlo; porque el Reino, es Dios mismo que se acerca al hombre para hacerlo partícipe de su propia naturaleza, para divinizarlo.
Nos recuerda el Papa Francisco: “quien conoce a Jesús, quien lo encuentra personalmente, queda fascinado, atraído por tanta bondad, tanta verdad, tanta belleza, y todo en una gran humildad y sencillez. Buscar a Jesús, encontrar a Jesús: ¡este es el gran tesoro!”[3]
P. Guillermo Inca Pereda
Secretario Adjunto de la Conferencia Episcopal Peruana
[2] Adv.Haer. IV, 26, ¡:SC 100, p. 712
[3] Papa Francisco, Angelus 27Julio 2014