Este Domingo de Ramos, en el inicio de la Semana Santa, el Papa Francisco dedicó unos minutos de su tiempo antes de rezar la oración mariana del Ángelus para manifestar su cercanía con nuestro “querido pueblo del Perú”, por la difícil situación social que viene atravesando e invitó “a encontrar una solución pacífica” por el bien del país, especialmente de los más pobres “en el respeto de los derechos de todos y de las instituciones”.
Así lo expresó el Santo Padre desde el atrio de la Plaza de San Pedro, al dirigir su mirada al continente Latinoamericano para elevar sus oraciones y manifestar su cercanía con el “querido pueblo de Perú”, en este difícil momento de tensión social que viene afrontando en la ultimas semanas tras las movilizaciones sociales de gremios de agricultores y transportistas, que paralizaron diferentes ciudades del país y que terminaron con enfrentamientos con las fuerzas del orden.
Según medios de comunicación del país, la última decisión del presidente Pedro Castillo de imponer un toque de queda total en las áreas metropolitanas de Lima y Callao, que los Obispos consideraron «desproporcionado», también ha agravado la situación. La dura reacción de la población ha llevado a asaltar las oficinas institucionales con la petición de dimisión del presidente.
La voz de los Obispos peruanos
En consonancia con el Papa, Monseñor Miguel Cabrejos, Presidente del Episcopado Peruano y Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano, fue el portavoz de la Iglesia peruana para la petición al gobierno para que deje sin efecto esta medida que perjudica gravemente a todos, pero especialmente a los más pobres, que se ven obligados a buscar cada día comida para alimentar a sus familias. «Recordemos que el 70% de los trabajadores de Perú -señala- tienen un empleo precario o informal. La Oficina del Defensor del Pueblo también definió la medida del gobierno como «inconstitucional».
Algunos observadores y especialistas en política tienen la impresión de que el ejecutivo, que experimenta cada vez más dificultades en sus operaciones políticas, está pagando también las grandes expectativas que se habían creado entre los sectores populares de la periferia del país. Pero también la opción de rodearse, a nivel del aparato de seguridad, de grupos que representan poderes tradicionalmente oscuros.