
“Siguiendo a Jesús”
El Evangelio de este domingo nos recuerda que somos seguidores de Jesús. Seguir a Jesús supone una decisión libre que exige un estilo de vida nuevo y distinto. Esto implica una ruptura con el círculo familiar[1], un cambio en la profesión, conlleva un despojo efectivo de los bienes, y espera una renuncia a la propia vida, porque “quien pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará”[2].
Seguir a Jesús, exige desinstalarse e iniciar un camino que debe ser radical e irreversible. Seguirlo, exige una fidelidad creadora. Seguirlo significa encarnar, el sentido de sus gestos y enseñanzas[3] en nuestro mundo. Seguirlo exige tener como criterio infalible el servicio a los pobres y vulnerables. No hay opciones sin renuncias y cuanto más nobles sean aquellas más grandes serán estas.
El Evangelio nos recuerda que el Hijo del hombre vendrá con la gloria de su padre. “La esperanza en la vida eterna, en vez de alienarnos de este mundo, nos permite obrar con libertad frente a las opciones éticas, aunque en ello se pierda la vida”[4]. En ese sentido la “La misión del creyente sería ayudar a muchos que no han logrado resucitar de sus limitaciones…y permitirles verdadera vida”[5], mientras se espera el encuentro final con Aquel que es la Vida, ante el cual “toda rodilla se doblará en el cielo y en la tierra”: Jesucristo nuestro Señor. Así sea.
P. Guillermo Inca Pereda
Secretario Adjunto de la Conferencia Episcopal Peruana
[1] Cf. Mateus Rocha, Revista Eclesiástica Brasileira, 42 (1982)
[2] Mt 8,34-35
[3] Cf. Mateus Rocha, Revista Eclesiástica Brasileira, 42 (1982)
[4] P. Luis Palacio, SJ; Jesuitas Colombia
[5] Idem 3